El silencio...

El silencio...
...debe romperse

viernes, 19 de septiembre de 2008

ATONEMENT (2007)

Expiación, deseo y pecado: las letras no hablan.

Director: Joe Wright
Guión: Christopher Hampton basado en la novela de Ian McEwan
Protagonistas: Saoirse Ronan, James McAvoy, Keira Knightley.
País: Reino Unido, Francia.
Duración: 123 minutos.

A veces pareciera que estamos hechos de palabras. Un nombre propio nos inscribe en el universo del lenguaje y, a partir de entonces, olvidamos con frecuencia que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Lo cierto es que estamos hechos de carne y hueso y las palabras nos hacen daño. Se puede decir “amor” pero no es posible explicar lo que amar significa. ¿Cómo explicar que en el corazón no manda nadie? ¿Cómo explicar que cuando se ama el cerebro deja de funcionar? Es el sentimiento el que asume el mando. Y las palabras tienen muy poco poder de explicación.
Briony Tallis a los 13 años ya es una escritora. El suyo es un mundo de palabras, sus cuestionamientos son diferentes a los de las personas que lo rodean. Se ilusiona más fácil y por eso quizá sus ilusiones son más frágiles, por ello es mucho más sensible al dolor. Su reacción es infantil, si, pero eso no tiene nada que ver con su corta edad. Todos somos como niños cuando nuestras ilusiones se rompen. Su ira contenida desencadena una tragedia, la historia que cuenta Atonement. Se trata de un guión bellamente contado. La película plasma toda la elegancia y la educación propias de la cultura inglesa. Es la historia de un secreto que se nos revela paulatinamente. Brionys está enamorada, se trata de un amor platónico, un amor ajeno. Ella no está dispuesta a vivir ese amor si no puede poseerlo y esto hará que su amor se vuelva otra cosa, causando un profundo daño en todos los protagonistas.
La canción de Alaska y Dinarama recuerda que es difícil pedir perdón. Después de todo, ¿qué significa perdonar? Perdonar no significa olvidarse de todo por completo, eso es imposible. Cuando uno hace daño no puede esperar que el simple gesto de pedir perdón cierre milagrosamente todas las heridas. Por difícil que sea pedir perdón siempre es más fácil que evitar ceder a nuestros impulsos y causar daños irreparables, de los cuales a veces no somos concientes. ¿Con qué derecho pedimos perdón, si ni siquiera sabemos el alcance de nuestras acciones? El daño que uno causa puede dejar secuelas que son como ecos de gritos que nunca terminan.
Brionys actúa por impulso. A su edad puede intuir, al menos vagamente, las consecuencias de sus acciones. Ella es escritora, en cierto sentido una clarividente. Como creadora de historias puede manipular las cosas y, quizá, salirse con la suya. No quiere sufrir por no ser amada, pero tal sufrimiento es inevitable. Descubre que haga lo que haga no podrá llenar el vacío de su corazón. Se cree a sí misma una juez y toma una decisión apresurada, que la afectará incluso a ella. Dedicará el resto de su vida a purificar sus recuerdos, a limpiar las pesadillas que, a la manera de una diosa, ella misma ha creado.
Atonement no nos dice lo que el perdón es, pero nos da una idea de lo complejo que puede ser el proceso de perdonar. Es el amor lo que preside este proceso, sólo un amor auténtico es el verdadero guía para drenar el sufrimiento y lavar las culpas. A veces el hecho de perdonar o pedir perdón ni siquiera tiene sentido, depende de la magnitud del daño. Depende también del tiempo, que definitivamente no perdona. El acto final de Brionys puede pensarse como un acto de amor. Pero lo cierto es que es un acto que no hace feliz a nadie, un acto hecho de palabras que ya no pueden curar. Es demasiado tarde. Las letras no hablan, no abrazan y no secan lágrimas. Con las palabras se pueden moldear realidades, se pueden crear fantasmas pero la realidad nos duele lo mismo, aunque no seamos capaces de verla tal cual es.

martes, 9 de septiembre de 2008

LA HISTORIA OFICIAL (1985)

En el país del “no me acuerdo”.
Director: Luis Puenzo
Guión: Aída Bortnik, Luis Puenzo
Protagonistas: Héctor Alterio, Norma Aleandro
País: Argentina
Duración: 112 minutos.

Una visión política comprometida requiere que uno tenga una posición clara. No significa necesariamente que uno deba adherirse a un partido pero, si es así (sea en la derecha, en la izquierda o en el centro) uno debe hacer una elección conciente, conocer en qué bando está, qué ofrece, cuáles son sus intenciones y qué papel juega uno en él. De alguna manera son las tradiciones familiares u otros factores los que determinan a que facción termina perteneciendo uno. Pocas veces se trata de una elección crítica. ¿Qué tan peligroso puede ser esto? Lo cierto es que la política es un asunto de todos y descuidar el asunto tiene consecuencias que tarde o temprano nos terminan afectando.
“La Historia Oficial” nos presenta a Alicia, una mujer correcta, una buena madre y una esposa ejemplar; parece que es una buena profesora de historia, tiene buen gusto y es una buena conversadora, en definitiva una buena persona, “gente de bien”. Es una mujer culta pero también es una mujer encerrada en su burbuja y, como dice su esposo, no ve más allá de sus narices.
La vida de un país es muy compleja. No se puede estar informado de todo cuanto pasa en él. La dificultad de los problemas que un país debe resolver no nos exime de hacer cuanto esté a nuestro alcance para ayudar y ello requiere una visión amplia "más allá de nuestras narices". Requiere un esfuerzo genuino por evitar que la indiferencia y la inocencia se vuelvan cómplices de la violencia, el dolor y la brutalidad. Uno debe percibir que el de uno no es “el mejor de los mundos posibles” y no ser sordo al sufrimiento ajeno. Es el principio básico de la solidaridad.
La situación política de un país siempre tiene detractores y defensores. Por popular que sea un gobierno siempre habrá opiniones en contra y a favor, opiniones que a veces no son lo suficientemente razonadas. Alicia está del lado que siempre estuvo, mas nunca le importó lo que ese lado le ofrecía. Para ella todo cuanto recibió estaba bien y por lo tanto el país estaba bien. Como se dice muchas veces “aquí no ha pasado nada”. Es víctima de una confortable ceguera. Después de ver que detrás de esa armonía total hay dolor, desolación, tristeza y desesperanza ella reacciona y se da cuenta de lo ingrato y lo egoísta que es estar dentro de un bando que no sabe exactamente para donde va. Un bando que no sabe lo que quiere pero está dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo.
Sin saberlo ella duerme con el enemigo. Sin saberlo está criando una víctima inocente de la violencia y la injusticia. Todos a su alrededor lo saben pero ella, con la certeza de estar en el lugar correcto, leal a su partido, parece hacerse la de la vista gorda (eso podrían decir sus vecinos). En el fondo ella si era inocente de todo cuanto estaba pasando. Una de las escenas más bellas y reveladoras de la película nos muestra como se empieza a caer la venda de los ojos de Alicia cuando, al enterarse del sufrimiento de su amiga bajo la dictadura, comienza a darse cuenta del infierno donde vive. Un infierno en el que su propio esposo es un demonio con voz y voto.
Alicia no permanecerá impasible. Aunque haya pasado tanto tiempo no es tarde para darse cuenta de su situación, de lo equivocada que estaba y del daño que hacía. El tiempo lo dice todo, es el redentor y el castigador y el que da la consistencia a los acontecimientos. Alicia entiende cuan criminal es el enfrascarse en una sola idea o pensamiento. Una vez que logra ver con claridad, las acciones no se pueden hacer esperar.
El guión de “La Historia Oficial” sacude y cuestiona. Es simple y concreto porque casi se escribe solo. Habla de algo que pasó en el sur y que desgraciadamente sigue pasando hasta el norte del continente. Habla también de la impotencia que se siente al darse cuenta de que “una golondrina no hace verano”. Cuestiona sobre cómo la amnesia colectiva se hace cómplice de la barbaridad, pues el poder abusa de la inocencia y la manipula para ponerla al servicio de sus intereses.
Las actuaciones son muy humanas y concretas. Su director conoce el tema y presenta una historia que no pierde actualidad. Por cruel que parezca sigue ocurriendo. Mientras no nos sacudamos, mientras no miremos más allá y no se nos ocurra cuestionar la armonía que los gobiernos nos presentan, estaremos siempre viviendo el momento, en el país del “no me acuerdo”.