El silencio...

El silencio...
...debe romperse

martes, 20 de julio de 2010

Closer (2004)

Closer: La vida en el acuario.

Director: Mike Nichols
Guión: Patrick Marber
Protagonistas: Natalie Portman, Jude Law, Julia Roberts, Clive Owen
País: Estados Unidos
Duración: 104 min.

Closer significa “más cerca”, “más de cerca”. En efecto la película es una mirada más cercana, más íntima, a los comportamientos humanos. Señala Milan Kundera en “La Inmortalidad” que hay mucha gente, pocos gestos. De la misma manera hay mucha gente y muy pocos comportamientos posibles. Basta con cuatro personajes para ilustrar los más relevantes. Sin embargo, a pesar de que haya tan pocos comportamientos, en los sentimientos nadie tiene la última palabra. No hay garantías de que lo que empieza bien termine bien. No hay garantías en absoluto. En la primera escena Alice y Dan se miran, se enamoran. Luego miran en direcciones distintas, quizá saben que todo puede fallar y sin embargo se abandonan a ese sentimiento, esperando lo mejor. Esperando algo.

El afiche de “Closer” muestra a los protagonistas mirando de frente al espectador. Dice: “Cuando crees en el amor a primera vista nunca dejas de buscar”. Nunca. Quizá ni siquiera cuando crees ya estar enamorado. ¿Es realmente posible amar a un extraño con sólo verlo? Algo que concierne a la mirada y a los extraños, a “mirar a un extraño”, atraviesa esta película de seres que teniendo un universo de posibilidades prefieren restringir sus reacciones y sentimientos, como los peces que aprenden a vivir en un acuario a pesar de haber conocido la amplitud del océano. Anna, Dan, Larry y Alice viven en una pecera de aguas transparentes, pero turbulentas. Un espacio pequeño, pero desconocido porque no hay peor ciego que el que no quiere ver: llevados por el deseo no son lo suficientemente fuertes para confrontarse y descubrir que están solos, que son débiles, que necesitan protección y compañía. La batalla de los sexos sigue sin un resultado definitivo, porque los hombres, pertenecientes al llamado sexo fuerte, son dependientes y necesitan comprobar siempre que tienen la razón.

Pero esa primera vista no es más que un detonante. Es suficiente para encender la llama, pero no para que la llama perdure. No basta con el instinto de momento. La constancia y la lealtad son las bases sobre las que se construye realmente una relación, que puede o no funcionar. Solo se puede esperar que una relación funcione cuando somos capaces de mirar más de cerca a nuestro compañero. Pocas cosas son tan secretas como una vida humana. ¿Qué es lo que nos hace pensar que podemos captarla de un vistazo? A pesar de las duras lecciones de la experiencia, seguimos esperando un milagro que resuelva nuestras necesidades; confiamos en una señal después de la cual nos comprometeremos y tomaremos las riendas de nuestra vida. ¿En qué momento nos convencemos de semejante mentira? Las cosas que importan requieren nuestro sacrificio, mejor aún, requieren de nuestra participación activa, de algo más que una paciente espera.

Casi nada es como queremos, a no ser que seamos capaces de actuar, de hacer algo. Son las acciones las que nos construyen como personas, no las mentiras que nos decimos o les decimos a los demás.

Closer es una película brillante, con un ritmo intenso que usa constantemente la elipsis para mostrarnos solamente lo indispensable en las vidas de estos cuatro personajes que todos hemos sido en algún momento y, así, cada diálogo es un espejo en el que es posible observarnos. Como peces en un acuario, metáfora de un mundo que cada vez se nos hace más pequeño y nos obliga a soportarnos, aceptarnos e incluso ampararnos unos a otros.