El silencio...

El silencio...
...debe romperse

sábado, 10 de septiembre de 2011

La Vida de los Otros (2006)

La vida de los otros: al final de la línea

Director: Florian Henckel von Donnersmarck

Guión: Florian Henckel von Donnersmarck

Protagonistas: Ulrich Mühe, Martina Gedeck y Sebastian Koch

País: Alemania

Duración: 137 min.

Nadie ve de si mismo lo que no quiere ver. Son necesarias circunstancias especiales para poder observarse honestamente, a veces circunstancias extremas. En “La vida de los otros” vemos como la disciplina, la soledad y el silencio impuestos por un régimen político pueden convertir en monstruos a los seres humanos. Eso nos recuerda que todos los extremos son malos, que algo de la naturaleza humana se resiste siempre al orden externo. Todo lo que en un momento somos capaces de reprimir, sigue bullendo en el fondo del pozo, esperando brotar en algún momento. Por debajo de la apariencia de control, permanece el caos. Las verdaderas preguntas que atraviesan la existencia no pueden ser resueltas por el Estado, no hay manera en que una ideología dé respuesta a cada individuo por cuestiones como el amor, la muerte o la sexualidad. Se trata de preguntas que solamente se pueden responder viviendo.

Viviendo. No sobreviviendo. En “La vida de los otros” se hace evidente que una cosa es la vida del cuerpo y otra la vida del espíritu y que el espíritu puede ser mucho más frágil. Tantas respuestas hechas son un riesgo para el alma, pueden acabar asesinando nuestra curiosidad, nuestro deseo de saber qué es lo que somos y lo que queremos ser.

La palabra patria, encierra muchos sentidos. Wislawa Szymborska dice que “no debe tomarse a la ligera. Sangre de verdad la recorre y la tinta no puede reemplazarla.” ¿Hasta dónde podemos llegar por defender la idea de patria? ¿Qué tanto de nosotros mismos estamos dispuestos a empeñar? Se sabe que el bien común debe primar sobre el bien particular pero ¿significa esto que la integridad de las personas, la sensibilidad de los ciudadanos debe abandonarse en pro de la razón de estado? Es una pregunta válida, incluso en nuestra “democracia”, donde hemos perdido de vista el sentido de la palabra. En Colombia, la democracia tiene que ver con cuánta gente opina y no con la idea mucho más elaborada de respetar la opinión del otro. La vida de los demás suele ser un misterio para cada uno de nosotros, no sabemos cómo, por qué y para qué actúan los demás.

La Vida de los Otros” narra una historia cruda, incluso violenta por el peso de realidad que encierra, contada de una manera muy sutil. Muestra el horror de la cotidianidad sometida a un ojo omnipresente, que no por torpe es menos implacable. Muestra también el alcance de los abusos de poder, el hoyo negro en el que se transforma una sociedad paranoica cobijada por la dictadura. ¿Qué puede quedar a salvo? En “La Vida de los Otros” vemos seres humanos que se degradan, que nos sorprenden por sus alcances, seres a quienes el sufrimiento transforma y, por otra parte, vemos seres que encuentran una manera nueva de ver la vida.

El camino que recorren estos personajes atraviesa el mismo paisaje, pero cada uno lo recorre de forma diferente. Al final de la línea solo se concluye que ya no se puede ser el mismo.

domingo, 13 de marzo de 2011

Dolores Claiborne (1995)

Dolores Claiborne: El dolor es un lugar físico.
Director: Taylor Hackford
Guión: Tony Gilroy, basado en la novela homónima de Stephen King
País: U. S. A.
Duración: 132 min.

Dolores: Un nombre que describe completamente a la protagonista de esta película, cuyos padecimientos parecen transmitirse de generación en generación. A veces parece que la infelicidad no se busca sino que se nace con ella o se gana como un premio que no queremos. Y no se plantea aquí la infelicidad inherente a las carencias, sino de la zozobra que nos habita y que nos impide llevar una vida tranquila. La infelicidad de apenas sobrevivir cuando deberíamos estar vivos. Una cotidianidad acogedora, en un lugar que sintamos propio rodeados de seres que nos necesitan y están juntos por voluntad y no por obligación.

A veces la infelicidad es algo que se elige, incluso inconscientemente. Las mujeres de la familia Claiborne son víctimas de sus propios sentimientos; aman o creen amar a hombres que son incapaces de valorarlas o bien se han equivocado al escoger un hombre con el que no hay un futuro posible. El paso de los años construye una cadena que las hace incapaces de apartarse de su miseria, y se acostumbran así a un destino donde lo único cierto es la desdicha. Si, son mujeres fieles... a sus dolores.

Idealmente, es en la familia donde las personas inician el camino hacia la adultez. La familia de Dolores es un pequeño infierno donde solamente se puede aprender que la infelicidad está a la vuelta de la esquina y que una manera de defenderse es acostumbrarse: se nace infeliz, se vive infeliz e infeliz se muere. Estas mujeres se reunen para observar su dolor, reflejado en las vidas de las otras. Después de todo, quizá el amor pueda servir para hallar un camino hacia una situación diferente.

Estar bien cuesta. Sobre todo por qué no sabemos cómo estar bien. No tenemos una guía de ruta para transitar el sendero de nuestra vida. No sabemos qué es lo que necesitamos para estar bien o cómo conseguirlo y frecuentemente el fallar en la búsqueda nos lleva a desistir, pensando que la felicidad es un estado de ánimo sobrevalorado. Pero la felicidad es nuestra definitiva razón de ser, lo único con lo que contamos para que nuestras penas no sean más fuertes que nosotros mismos.

Estas mujeres no saben reír ni llorar. Tendrán que aprenderlo entre sí, del hecho mismo de estar juntas. Tendrán que descubir que vale la pena seguir con vida, al menos por curiosidad... por saber qué les depara el destino.