El silencio...

El silencio...
...debe romperse

domingo, 24 de febrero de 2013

Melancholia (2011)


Melancholia: ¡Está cerca!

Director:  LarsVon Trier
País: Dinamarca – Suecia – Francia - Alemania
Duración:  136 min.

La obsesión de Occidente por el final de los tiempos es quizá evidencia de un mundo enfermo, que en cierto sentido está agotado y que ya no sabe para dónde ir. Hay una presencia constante del temor por un apocalipsis que no se sabe cuándo llegará, pero del que se encuentran señales por todas partes. Quizá nos parece que vamos demasiado de prisa y que hay que detenerse de alguna manera, tal vez acabando con el mundo o dando el mundo por acabado. Al dejar que nuestras ilusiones, nuestros sueños se agoten, dejamos que nuestro propio mundo se despedace.

El diccionario de la lengua española define la melancolía como una “tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada”. Melancholia es, en la película de Lars Von Trier, un pequeño planeta azul que se precipita hacia la Tierra. La metáfora está clara: la melancolía como una amenaza del mundo, interior o exterior, tal como lo conocemos.

Y, sin embargo, parece ser cierto que el mundo se está acabando. Ya no sabemos dónde están las cosas que importan. Nuestras relaciones personales han cambiado tanto que ya poco y nada tienen de personales, anuladas por la conexión virtual que es más una barrera que un verdadero vínculo. Nuestras familias, esclavizadas por valores tradicionales, se parecen demasiado a un conjunto de extraños al que no nos vincula nada más que el parentesco. Pensamos en el medio ambiente como en una despensa inagotable de recursos naturales de los que nos podemos servir como nos venga en gana, sin retribuir nada. En definitiva, el mundo ya no nos sorprende. Tenemos la ilusión de que todo está al alcance de la mano y de que nada vale demasiado la pena porque se puede sustituir con facilidad.

Cuando nada nos sorprende, somos presas fáciles de la melancolía. No encontramos “gusto ni diversión en nada”. La inspiración de Lars Von Trier para “Melancholia” surgió de un episodio de depresión que él mismo sufrió y su percepción que las personas deprimidas son capaces de mantener la calma en situaciones estresantes. Justamente la “calma que está más allá de la desesperación” y que se parece tanto a la indiferencia. La necesidad de permanecer quietos para salvarse del ritmo devastador de un planeta que vive al extremo en todos los sentidos. Solo la quietud podría salvarnos cuando nada más puede hacerlo.

Kirsten Dunst es Justine, la protagonista de “Melancholia”. Su presencia helada y su mirada profundamente triste es la representación de una humanidad “agobiada y doliente.” La depresión de Justine es un síntoma social, de una civilización que está cansada, aunque no sabe muy bien de qué. Una humanidad que espera el fin, así sea para variar, para ver algo distinto. Un fin que si no llega al menos puede provocarse.

Melancholia” es una invitación a reflexionar sobre lo que podemos perder. Nuestro paso por el mundo es demasiado corto para estar pensando constantemente en el fin. Es, en últimas, la idea de que solamente puede salvarnos lo que podamos hacer por nosotros mismos.