El silencio...

El silencio...
...debe romperse

lunes, 11 de abril de 2016

21 grams (2003)

21 gramos: El difícil momento de sentirse feliz

Director: Alejandro González Iñárritu
Guión: Guillermo Arriaga
Protagonistas: Sean Penn, Benicio del Toro, Naomi Watts
País: Estados Unidos
Duración: 124 min

Tal como el mundo gira alrededor de sí mismo, la vida de cada uno de nosotros gira en torno a nuestra historia personal a tal punto que rara vez aprendemos algo de la experiencia ajena. Lo que hemos llamado “felicidad” en ocasiones depende de demasiadas cosas: justo todo aquello que no tenemos. Preferimos entonces estar más o menos bien, poner el absoluto inalcanzable de la felicidad en términos más factibles y llamarlo simplemente “tranquilidad”. Creemos ingenuamente que es un problema de distancia y no de voluntad. 

"¿Cuántas vidas vivimos?" se pregunta uno de los protagonistas de 21 gramos antes de morir.  Sorprende, sobre todo si se piensa que ante el tedio de la cotidianidad varias veces nos preguntamos si realmente seguimos vivos o llevamos muertos mucho tiempo, atrapados en el ataúd de nuestra rutina. Cualquier cosa nos puede pasar y de repente nos damos cuenta de que a nosotros no nos pasa nada. El vacío del día a día y  la desolación se instalan y nos piden  una respuesta: ¿vale la pena pasar por esto? 

Incluso eso que llamamos tranquilidad se puede romper al estrellarse contra la realidad de la vida. Las desgracias nunca vienen solas, son como ráfagas que se desatan sobre nuestra frágil existencia. En apenas un momento podemos pasar de una vida sana y fructífera a una caída en la que estamos desorientados y no tenemos la menor idea de cómo continuar. 

Le apostamos a la felicidad. Si no se nos da, pensamos entonces que hemos apostado demasiado fuerte y aspiramos siquiera a vivir tranquilos. 21 gramos se construye sobre la idea de que semejante pretensión es inútil.  La película está narrada a saltos, con personajes que  instintivamente huyen del dolor pero también de la angustia y el miedo, sólo para darse cuenta de que al hacerlo están huyendo de la vida misma. Si, la vida es esa cotidianidad armoniosa pero también el tedio en el que esa cotidianidad se convierte. Ese violento desequilibrio que se puede producir en cualquier momento y al cual todos somos vulnerables, también es la vida. Nuestra debilidad, nuestro descuido, nuestra fuerza y nuestra cautela pueden hacer que lleguen la fortuna o la desventura. Pero a veces llegan porque sí, a ese mágico proceder que no podemos explicarnos lo llamamos azar.  

¿Qué hacer para soportar el vacío? Apoyarnos en la perfección, en las cosas invisibles que, por lo mismo, no pueden defraudarnos: la creencia radical en Dios o el universo de las matemáticas y la ciencia. En vano suplicamos por que el tiempo se devuelva, convencidos de que los milagros existen y de que nunca se ha caído demasiado bajo como para no tener derecho a desear la felicidad. Quizá lo difícil no es alcanzar la felicidad sino ser feliz; al fin y al cabo no nos resignamos a que la felicidad no es un estado permanente. No sabemos qué hacer cuando se va porque no sabemos quiénes somos o para dónde vamos. No solamente las grandes tragedias, también las frustraciones habituales, significan para nosotros la pérdida de la felicidad y nos acostumbramos a pensar que no la merecemos.

En 21 gramos hay una atmósfera lúgubre y fría. Quizá es una metáfora de la conciencia de los personajes, para quienes ser feliz se ha convertido en un pecado. Una nostalgia constante recorre los espacios, los sonidos de esta ciudad donde ni siquiera el sol devuelve la esperanza. 

"¿Cuántas veces morimos?" se pregunta  un personaje de la película, antes de morir. No  todo el tiempo estamos  pensando en la muerte o en desaparecer, en no volver a ver a alguien  o no volver hacer esto o lo otro. Es la rutina la que nos lleva a eso. La muerte que para algunos pueblos indígenas era un gran viaje que se celebraba con  fiesta, alegría y buena comida, para nosotros es el fin  de todo y solamente trae tristeza, soledad y desengaño. Las pequeñas derrotas de cada día nos matan cada vez con más frecuencia porque morir es perder la esperanza, los ideales, la fe en los demás y en nosotros mismos. Desde ese punto de vista estamos muriendo constantemente. 

Tocando temas tan desoladores ¿cómo puede ser 21 Gramos una película tan esperanzadora?  Se queda en nuestra memoria como un bello poema escrito desde el destierro que nos indica que la vida sigue como  sea que nos toque. Nuestra misión es vivirla y estar atentos, buscando saber hasta donde podemos llegar.  En esos pequeños placeres esta lo que muchos llaman "felicidad".