El silencio...

El silencio...
...debe romperse

martes, 9 de septiembre de 2008

LA HISTORIA OFICIAL (1985)

En el país del “no me acuerdo”.
Director: Luis Puenzo
Guión: Aída Bortnik, Luis Puenzo
Protagonistas: Héctor Alterio, Norma Aleandro
País: Argentina
Duración: 112 minutos.

Una visión política comprometida requiere que uno tenga una posición clara. No significa necesariamente que uno deba adherirse a un partido pero, si es así (sea en la derecha, en la izquierda o en el centro) uno debe hacer una elección conciente, conocer en qué bando está, qué ofrece, cuáles son sus intenciones y qué papel juega uno en él. De alguna manera son las tradiciones familiares u otros factores los que determinan a que facción termina perteneciendo uno. Pocas veces se trata de una elección crítica. ¿Qué tan peligroso puede ser esto? Lo cierto es que la política es un asunto de todos y descuidar el asunto tiene consecuencias que tarde o temprano nos terminan afectando.
“La Historia Oficial” nos presenta a Alicia, una mujer correcta, una buena madre y una esposa ejemplar; parece que es una buena profesora de historia, tiene buen gusto y es una buena conversadora, en definitiva una buena persona, “gente de bien”. Es una mujer culta pero también es una mujer encerrada en su burbuja y, como dice su esposo, no ve más allá de sus narices.
La vida de un país es muy compleja. No se puede estar informado de todo cuanto pasa en él. La dificultad de los problemas que un país debe resolver no nos exime de hacer cuanto esté a nuestro alcance para ayudar y ello requiere una visión amplia "más allá de nuestras narices". Requiere un esfuerzo genuino por evitar que la indiferencia y la inocencia se vuelvan cómplices de la violencia, el dolor y la brutalidad. Uno debe percibir que el de uno no es “el mejor de los mundos posibles” y no ser sordo al sufrimiento ajeno. Es el principio básico de la solidaridad.
La situación política de un país siempre tiene detractores y defensores. Por popular que sea un gobierno siempre habrá opiniones en contra y a favor, opiniones que a veces no son lo suficientemente razonadas. Alicia está del lado que siempre estuvo, mas nunca le importó lo que ese lado le ofrecía. Para ella todo cuanto recibió estaba bien y por lo tanto el país estaba bien. Como se dice muchas veces “aquí no ha pasado nada”. Es víctima de una confortable ceguera. Después de ver que detrás de esa armonía total hay dolor, desolación, tristeza y desesperanza ella reacciona y se da cuenta de lo ingrato y lo egoísta que es estar dentro de un bando que no sabe exactamente para donde va. Un bando que no sabe lo que quiere pero está dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo.
Sin saberlo ella duerme con el enemigo. Sin saberlo está criando una víctima inocente de la violencia y la injusticia. Todos a su alrededor lo saben pero ella, con la certeza de estar en el lugar correcto, leal a su partido, parece hacerse la de la vista gorda (eso podrían decir sus vecinos). En el fondo ella si era inocente de todo cuanto estaba pasando. Una de las escenas más bellas y reveladoras de la película nos muestra como se empieza a caer la venda de los ojos de Alicia cuando, al enterarse del sufrimiento de su amiga bajo la dictadura, comienza a darse cuenta del infierno donde vive. Un infierno en el que su propio esposo es un demonio con voz y voto.
Alicia no permanecerá impasible. Aunque haya pasado tanto tiempo no es tarde para darse cuenta de su situación, de lo equivocada que estaba y del daño que hacía. El tiempo lo dice todo, es el redentor y el castigador y el que da la consistencia a los acontecimientos. Alicia entiende cuan criminal es el enfrascarse en una sola idea o pensamiento. Una vez que logra ver con claridad, las acciones no se pueden hacer esperar.
El guión de “La Historia Oficial” sacude y cuestiona. Es simple y concreto porque casi se escribe solo. Habla de algo que pasó en el sur y que desgraciadamente sigue pasando hasta el norte del continente. Habla también de la impotencia que se siente al darse cuenta de que “una golondrina no hace verano”. Cuestiona sobre cómo la amnesia colectiva se hace cómplice de la barbaridad, pues el poder abusa de la inocencia y la manipula para ponerla al servicio de sus intereses.
Las actuaciones son muy humanas y concretas. Su director conoce el tema y presenta una historia que no pierde actualidad. Por cruel que parezca sigue ocurriendo. Mientras no nos sacudamos, mientras no miremos más allá y no se nos ocurra cuestionar la armonía que los gobiernos nos presentan, estaremos siempre viviendo el momento, en el país del “no me acuerdo”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay una parte del título que resulta escalofriante en nuestro coontexto, "el país del no me acuerdo". No es el país del olvido, esta frase está en primera persona y no se refiere al olvido accidental. Se refiere al olvido voluntario y selectivo, cuando se decide olvidar para evadir las responsabilidades de cargar con los recuerdos.

El nuestro es un país en donde la memoria selectiva se ha vuelto colectiva, por muchas razones se han olvidado deliberadamente hechos que han marcado nuestra historia.

Ojalá podamos rasgar el velo, el nuestro- pq siempre hay uno- y él de la gente que nos rodea.

Gracias por el llamado, el llamado a la solidaridad.