Melancholia:
¡Está cerca!
Director:
LarsVon Trier
Guión: Lars Von Trier
Protagonistas:
Kirsten
Dunst, Charlotte
Gainsbourg, Kiefer
Sutherland
País:
Dinamarca – Suecia – Francia - Alemania
Duración:
136 min.
La
obsesión de Occidente por el final de los tiempos es quizá
evidencia de un mundo enfermo, que en cierto sentido está agotado y
que ya no sabe para dónde ir. Hay una presencia constante del temor
por un apocalipsis que no se sabe cuándo llegará, pero del que se
encuentran señales por todas partes. Quizá nos parece que vamos
demasiado de prisa y que hay que detenerse de alguna manera, tal vez
acabando con el mundo o dando el mundo por acabado. Al dejar que
nuestras ilusiones, nuestros sueños se agoten, dejamos que nuestro
propio mundo se despedace.
El
diccionario de la lengua española define la melancolía
como
una “tristeza
vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o
morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión
en nada”.
Melancholia es, en la
película de Lars Von Trier, un pequeño planeta azul que se
precipita hacia la Tierra. La metáfora está clara: la melancolía
como una amenaza del mundo, interior o exterior, tal como lo
conocemos.
Y,
sin embargo, parece ser cierto que el mundo se está acabando. Ya no
sabemos dónde están las cosas que importan. Nuestras relaciones
personales han cambiado tanto que ya poco y nada tienen de
personales, anuladas por la conexión virtual que es más una barrera
que un verdadero vínculo. Nuestras familias, esclavizadas por
valores tradicionales, se parecen demasiado a un conjunto de extraños
al que no nos vincula nada más que el parentesco. Pensamos en el
medio ambiente como en una despensa inagotable de recursos naturales
de los que nos podemos servir como nos venga en gana, sin retribuir
nada. En definitiva, el mundo ya no nos sorprende. Tenemos la ilusión
de que todo está al alcance de la mano y de que nada vale demasiado
la pena porque se puede sustituir con facilidad.
Cuando
nada nos sorprende, somos presas fáciles de la melancolía. No
encontramos “gusto ni diversión en nada”. La inspiración de
Lars Von Trier para “Melancholia” surgió
de un episodio de depresión que él mismo sufrió y su percepción
que las personas deprimidas son capaces de mantener la calma en
situaciones estresantes. Justamente la “calma que está
más allá de la desesperación”
y que se parece tanto a la indiferencia. La necesidad de permanecer
quietos para salvarse del ritmo devastador de un planeta que vive al
extremo en todos los sentidos. Solo la quietud podría salvarnos
cuando nada más puede hacerlo.
Kirsten
Dunst es Justine, la protagonista de “Melancholia”.
Su presencia helada y su mirada profundamente triste es la
representación de una humanidad “agobiada y doliente.”
La depresión de Justine es un
síntoma social, de una civilización que está cansada, aunque no
sabe muy bien de qué. Una humanidad que espera el fin, así sea para
variar, para ver algo distinto. Un fin que si no llega al menos puede
provocarse.
“Melancholia” es
una invitación a reflexionar sobre lo que podemos perder. Nuestro
paso por el mundo es demasiado corto para estar pensando
constantemente en el fin. Es, en últimas, la idea de que solamente
puede salvarnos lo que podamos hacer por nosotros mismos.
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