Director: Jaime Osorio Gómez
Guión: Alexandra Cardona Restrepo
Protagonistas: Vicky Hernández, Gustavo Londoño, María Cristina Gálvez
País: Colombia
Duración: 90 minutos.
Nuestro lado secreto, ése que sólo aparece en la intimidad, tiene para cada uno de nosotros un peso de realidad que a veces supera incluso el del amor. Aunque no lo dejemos ver, ése lado secreto gobierna cada uno de los actos de nuestra vida. No es casualidad que juzguemos a los demás por sus actos y a nosotros mismos por nuestros ideales.Nos convencemos de que, en algún momento, somos eso que creemos ser, que deseamos ser: el “yo” al que sólo damos rienda suelta a solas.
“Confesión a Laura” se desarrolla durante el 10 de abril de 1948, al día siguiente del Bogotazo. Históricamente se considera el punto de partida de la violencia. Para Laura y Santiago constituye el momento en el que se dan cuenta de que la vida puede terminar, de que no hay certeza sobre la forma como los acontecimientos externos pueden afectar nuestra existencia. Es una oportunidad para reflexionar sobre su lado oculto y sobre todo para preguntarse si vale la pena seguir ocultándolo. Toda una vida de apariencias puede acabarse de un momento a otro sin que nos hayamos arriesgado a ser plenamente lo que somos. La historia ha mostrado las consecuencias de la violencia que se generó a partir del Bogotazo. Hemos visto la humillación y la deshumanización que acarrea. De alguna manera, aún de manera inconsciente, seguimos siendo víctimas de esa injusticia. “Confesión a Laura” exhibe otra consecuencia posible de la violencia. Cuando la vida se pone en juego, surge la pregunta sobre su sentido.
Laura y Santiago están encerrados. La muerte acecha fuera del cerco en el que están capturados. En esa situación aflora el deseo de compartir el hecho íntimo. Cada uno deja que el otro vea su lado secreto, que ha perdurado a pesar del paso del tiempo y que los hace realmente humanos. Es la otra cara de la moneda: el hecho violento también puede hacer que reflexionemos sobre el sentido de la vida, también se puede convertir en el punto de partida de la solidaridad, de la conciencia de la humanidad del otro.
En “Confesión a Laura” son protagonistas la violencia y la intimidad. Tanto en la una como en la otra, todo se vale. La violencia es ceguera mientras que la intimidad permite abrir nuevos horizontes sobre lo que somos. La violencia nos destruye, mientras que la intimidad nos permite imaginar una nueva manera de construirnos. Cuando Laura y Santiago comparten esa intimidad surge la posibilidad de hacer las fantasías realidad. La muerte, que puede generar más muerte, también puede generar la posibilidad de una nueva vida.
Con un argumento sencillo, “Confesión a Laura” está fuertemente soportada en las actuaciones de Vicky Hernández y Gustavo Londoño. Son signos vivientes del paso del tiempo y la nostalgia. Se trata de una historia universal y, sin embargo, teñida del color local de la Bogotá de los 40. Indudablemente una historia grande, que sorprende por su sencillez y originalidad en el contexto del cine colombiano: no hay desnudos gratuitos, ni espectáculos sangrientos ni “actrices” que hacen el papel de hombres transexuales.
“Confesión a Laura” representa un cine maduro, humano y contemporáneo. Una dirección mesurada e inteligente de un guión sólido y memorablemente actuado.