El silencio...

El silencio...
...debe romperse

lunes, 1 de julio de 2013

Doubt (2008)

La Duda: ¿Creer o no creer?

Director:                     JohnPatrick Shanley
Guión:                        John Patrick Shanley
Protagonistas:             Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman, Amy Adams
País:                            U. S. A.
Duración:                    104 min

La rutina es inevitable. Parece imposible sustraerse a ese fantasma que lentamente se apodera de nuestros días y nos va confinando en un cuarto cada vez más pequeño y con menos luz. De repente nos sentimos aislados, desesperados y atascados. Ya no queremos estar ahí. Perdemos el sentido de la realidad y los hechos que antes eran familiares se convierten en una masa de sentimientos encontrados y visiones confusas. Hay un choque entre lo que queremos ser o lo que creíamos ser y aquello en lo que nos hemos convertido y es entonces cuando surge la duda: esto que estoy viviendo, ¿es realmente mi vida? Si es cierto eso de que no vemos sino lo que queremos ver, es válido preguntarse sobre la realidad de nuestra existencia. Acaso hemos decidido habitar en un mundo paralelo y ya no sabemos qué es y qué no.

El creciente auge de lo virtual, ha revelado la verdadera naturaleza de nuestro mundo: adoramos las grandes mentiras y nuestros mecanismos de defensa buscan afanosamente la evasión. Todo pasa demasiado rápido y esa es una excusa perfecta para no pensar demasiado. Tenemos nuestros propios problemas, de modo que no hay tiempo para ponerse en los zapatos del otro o meditar mucho en las situaciones ajenas. Nuestras conversaciones son un diálogo de sordos, en el que simplemente esperamos el turno para decir algo que deje al otro consciente de su ignorancia y nos convenza de nuestra inmensa cultura. No toleramos la versión que el otro tiene de la realidad y esto nos simplifica el trabajo. Sin embargo, nos despoja de herramientas necesarias para entender nuestro propio mundo; nos olvidamos demasiado pronto que el otro también es humano y que si bien “nadie sabe cuánto pesa el costal, más que el que lo trae cargando” quizá nos haga falta dar un vistazo a la vida de nuestros semejantes para comprender mejor lo que  nos ocurre a nosotros mismos.

Nuestra rutina se alimenta de hechos, que se suceden unos tras otros y nos desgastan, imperceptiblemente. En algún momento perdemos la ingenuidad y somos capaces de lanzar juicios que creemos certeros, sin siquiera tener elementos suficientes. Pensamos mal y creemos que eso basta para acertar. De esto se trata “La Duda” donde el pequeño cuarto es la ciudad de Nueva York de los años sesenta. Aunque no tenemos evidencia suficiente, casi podemos afirmar que algo ocurre. Pero no lo vemos claro, una espesa niebla nos roba los hechos y nos deja las suposiciones. Estos personajes, magistralmente interpretados, están dando  palos de ciego y a veces verdaderos garrotazos. Entre la ira y la impotencia que causa el no saber, quieren abrirse paso hacia la verdad. En el camino no ganan ni la pasión ni la razón, se pierde la objetividad y todos terminan sintiendo la culpa no solamente de no saber, sino de haber actuado sin saber.

¿Qué significa ser justo?  Juzgamos a los demás por sus actos y a nosotros mismos por nuestros ideales. No hay mucha justicia en ello. Menos justicia hay en el hecho de juzgar a los otros no por lo que sabemos sino por lo que suponemos. Una y mil veces hemos comprobado que las apariencias engañan y sin embargo no podemos dejar de guiarnos por ellas, de modo que no siempre la experiencia nos enseña tanto como creemos. Ni por viejos ni por diablos sabemos lo suficiente para decidir sobre los otros y, tristemente, tampoco sobre nosotros mismos.

domingo, 24 de febrero de 2013

Melancholia (2011)


Melancholia: ¡Está cerca!

Director:  LarsVon Trier
País: Dinamarca – Suecia – Francia - Alemania
Duración:  136 min.

La obsesión de Occidente por el final de los tiempos es quizá evidencia de un mundo enfermo, que en cierto sentido está agotado y que ya no sabe para dónde ir. Hay una presencia constante del temor por un apocalipsis que no se sabe cuándo llegará, pero del que se encuentran señales por todas partes. Quizá nos parece que vamos demasiado de prisa y que hay que detenerse de alguna manera, tal vez acabando con el mundo o dando el mundo por acabado. Al dejar que nuestras ilusiones, nuestros sueños se agoten, dejamos que nuestro propio mundo se despedace.

El diccionario de la lengua española define la melancolía como una “tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada”. Melancholia es, en la película de Lars Von Trier, un pequeño planeta azul que se precipita hacia la Tierra. La metáfora está clara: la melancolía como una amenaza del mundo, interior o exterior, tal como lo conocemos.

Y, sin embargo, parece ser cierto que el mundo se está acabando. Ya no sabemos dónde están las cosas que importan. Nuestras relaciones personales han cambiado tanto que ya poco y nada tienen de personales, anuladas por la conexión virtual que es más una barrera que un verdadero vínculo. Nuestras familias, esclavizadas por valores tradicionales, se parecen demasiado a un conjunto de extraños al que no nos vincula nada más que el parentesco. Pensamos en el medio ambiente como en una despensa inagotable de recursos naturales de los que nos podemos servir como nos venga en gana, sin retribuir nada. En definitiva, el mundo ya no nos sorprende. Tenemos la ilusión de que todo está al alcance de la mano y de que nada vale demasiado la pena porque se puede sustituir con facilidad.

Cuando nada nos sorprende, somos presas fáciles de la melancolía. No encontramos “gusto ni diversión en nada”. La inspiración de Lars Von Trier para “Melancholia” surgió de un episodio de depresión que él mismo sufrió y su percepción que las personas deprimidas son capaces de mantener la calma en situaciones estresantes. Justamente la “calma que está más allá de la desesperación” y que se parece tanto a la indiferencia. La necesidad de permanecer quietos para salvarse del ritmo devastador de un planeta que vive al extremo en todos los sentidos. Solo la quietud podría salvarnos cuando nada más puede hacerlo.

Kirsten Dunst es Justine, la protagonista de “Melancholia”. Su presencia helada y su mirada profundamente triste es la representación de una humanidad “agobiada y doliente.” La depresión de Justine es un síntoma social, de una civilización que está cansada, aunque no sabe muy bien de qué. Una humanidad que espera el fin, así sea para variar, para ver algo distinto. Un fin que si no llega al menos puede provocarse.

Melancholia” es una invitación a reflexionar sobre lo que podemos perder. Nuestro paso por el mundo es demasiado corto para estar pensando constantemente en el fin. Es, en últimas, la idea de que solamente puede salvarnos lo que podamos hacer por nosotros mismos.